Arturo Soria, Myrna Olvera, Guillermo López, Gonzalo Villar y Alberto Casarín
GRUPO NUTEC®
Introducción
El incremento de bacterias resistentes que afectan a los humanos llevó entre otras medidas a la prohibición del uso de antibióticos como promotores de crecimiento (APC) en la UE en 2006 y a partir de ahí, la tendencia se ha esparcido alrededor del mundo. Sin embargo, el uso reducido de antibióticos y el cambio de dieta de las aves de corral están contribuyendo a un aumento en los casos de enteritis necrótica (EN), la cual puede causar una mayor mortalidad y una menor conversión alimenticia. La EN en pollos se manifiesta como una enterotoxemia aguda o crónica. La enfermedad aguda resulta en niveles significativos de mortalidad mientras que la enfermedad crónica conduce a la pérdida de productividad y preocupaciones de bienestar. Está toxoinfección es causada principalmente por cepas de C. perfringens tipo A y en menor medida, de tipo C y se ha propuesto que la infección clínica ocurre cuando C. perfringens prolifera en grandes cantidades en el intestino delgado y produce toxinas extracelulares que dañan el tracto gastrointestinal (Keyburn et al., 2008). Esta enfermedad afecta a todos los países productores de pollos del mundo y es una carga considerable para la industria de producción comercial. Hasta hace poco, se estimaba que la enfermedad le cuesta a la industria avícola internacional más de 2,000 millones de dólares al año (Lui et al., 2019).
Por lo tanto, con la nueva mentalidad cambiante de los consumidores, un desafío importante que enfrentan los productores de aves de corral es mantener la salud intestinal y prevenir la enteritis necrótica (EN) bajo el programa de crianza libre de APC (Lui et al., 2019). Por lo anterior, en esta revisión daremos un breve panorama sobre el desarrollo de la enfermedad y sus implicaciones, factores que la promueven y qué podemos hacer para prevenir su aparición; principalmente nos enfocaremos en la aplicación de herramientas naturales que van de la mano con las nuevas tendencias del mercado.
¿Qué es la enteritis necrótica?
La EN es una enfermedad presente en las aves domésticas/comerciales de todo el mundo que causa grandes pérdidas económicas para la industria avícola, se caracteriza por muerte repentina de las aves e intestino distendido con necrosis de la mucosa, provocando retrasos en el crecimiento de las aves y en el peor de los escenarios, la muerte de los animales. Los signos agudos se manifiestan con un inicio súbito de depresión y aves con las plumas erizadas; estas aves rápidamente evolucionan hacia la muerte, reflejando un incremento repentino en la mortalidad de la parvada, llegando a ser más del 50% en uno o dos días; por el contrario en su forma subclínica no se observan signos clínicos ni aumentos en la mortalidad pero si se observa una reducción en la ganancia de peso y una pobre conversión alimenticia, siendo esta última la que más afecta económicamente (Timbermont et al., 2011).
Clostridium perfringens es una bacteria Gram-positiva, aerotolerante y anaeróbica, que habita en el intestino de las aves y en la materia orgánica excretada, se caracteriza por su habilidad para producir esporas y toxinas, asegurando así su desarrollo exitoso en diferentes ambientes (Prescott et al., 2016). Hoy en día se han reportado una amplia gama de toxinas producidas por este microorganismo donde algunas son consideradas letales, siendo las más significativas: α (CPA), β (CPB), ε (ETX), ι (ITX) y γ. Dado su relevancia, estas se han utilizado para agrupar a las cepas de esta especie en 6 tipos toxigénicos: A, B, C, D, E, F y G (Tabla 1; Navarro et al., 2018; Schlegel et al., 2012). Entre las diferentes cepas de C. perfringens, la cepa que produce la toxina de tipo B (NetB) es la que produce mayor daño celular, que se caracteriza por formar poros en la membrana celular del intestino, permitiendo la salida de nutrientes de la célula y estos pueden ser aprovechados por el Clostridium para su propio desarrollo (Adhikari et al., 2020; Timbermont et al., 2011). A pesar de que C. perfringens es la causa primaria de la Enteritis Necrótica (EN), la severidad de la enfermedad depende de diferentes factores que predisponen y eventualmente exacerban la enfermedad (Figura 1).
Uno de los factores predisponentes es la alimentación, pues se ha observado que algunos componentes de la dieta como una alta cantidad de proteína cruda, alta cantidad de fibra y carbohidratos no amiláceos (NSP), contribuyen también al desarrollo de C. perfringens. Ingredientes como el trigo, avena o cebada, contienen cantidades de NSP, los cuales provocan que el contenido intestinal sea más viscoso haciendo que la digesta transite más lentamente, aumente la producción de moco y disminuya la digestibilidad del alimento en el tracto gastrointestinal, lo que puede permitir que los nutrientes queden disponibles para los microorganismos. Dietas altas en proteína también predisponen a la aparición de la EN, la proteína indigestible se concentra en el intestino sirviendo como substrato nutritivo, además de esto, la degradación de proteína en el intestino genera amonio, lo que modifica el pH intestinal, favoreciendo aún más al desarrollo de C. perfringens (Adhikari et al., 2020).
Cuando el alimento ofrecido a las aves se encuentra contaminado por micotoxinas, estas pueden afectar el intestino, dando oportunidad a Clostridium para desarrollarse. La micotoxina deoxinivalenol es una micotoxina comúnmente encontrada en los alimentos y se ha reportado que tiene efecto inmunosupresivo, además a nivel intestinal provoca disminución en las vellosidades intestinales, afectando así la absorción de nutrientes y la función de la barrera intestinal permitiendo la salida de proteínas y aminoácidos del plasma hacia el lumen intestinal, convirtiéndose en alimento disponible para Clostridium (Murugesan et al., 2015).
La infección por coccidia del género Eimeria es uno de los principales factores predisponentes a la EN; las especies más comunes y de importancia económica son Eimeria acervulina, máxima, tenella y necatrix, además se ha observado que las coccidias y clostridios actúan sinérgicamente en la inducción de EN (Timbermont et al., 2011). Eimeria causa daño de la superficie epitelial, como consecuencia de su ciclo de vida, provocando salida de suero en el lumen intestinal, además induce la respuesta inflamatoria la cual aumenta la producción de moco, lo que genera un ambiente ideal y nutrientes necesarios para que C. perfringens pueda colonizar y desarrollarse fácilmente (Adhikari et al., 2020; Blake y Tomley, 2014).
Factores como la densidad de animales alojadas, altas temperaturas o mal manejo de los animales juegan un papel importante en la presentación de la EN, pues estas situaciones son estresantes para los animales, provocando inmunosupresión y modificaciones en la microbiota intestinal (Tsiouris, 2016).
Estrategias para el control o prevención:
Principales tratamientos
Diversas estrategias pueden ser encontradas como alternativas para el control de la EN, tales como cambios en la alimentación, prevención de aparición de coccidia, buenas prácticas de manejo de los animales y excelente limpieza y desinfección de los galpones avícolas antes de un nuevo encasetamiento. Entre las mayores estrategias de prevención, el uso de aditivos en el alimento ha sido la más utilizada, por ejemplo, el uso de enzimas como xilanasa, amilasa, alfa- galactosidasa, pectinasa, entre otras; así como el uso de fitobióticos y aceites esenciales que son otra de las opciones más estudiadas.
El manejo nutricional es una estrategia importante para el control de la EN. Tsiouris et al., (2014), propone como estrategia preventiva, la restricción parcial del alimento principalmente durante la noche, lo cual mejora la conversión alimenticia y reduce la severidad de las lesiones en el tracto gastrointestinal, además de reducir el número de C. perfringens encontradas en heces. Otra practica alimenticia para la prevención de EN es la utilización de granos con una molienda gruesa, con la finalidad de reducir costos de alimentación, estimular la actividad de la molleja y reducir el pH en el intestino (Tsiouris, 2016).
La prevención de la aparición de coccidias es esencial en la industria avícola, pues la mayor parte de las aves son mantenidas en el piso en altas densidades favoreciendo la diseminación, replicación y acumulación en grandes cantidades del parásito (Shirley et al., 2005). Las mayores pérdidas económicas son debido a la alta morbilidad y mortalidad, pero también debido a los problemas de baja absorción de nutrientes y poco desarrollo de los animales. Las principales herramientas utilizadas en el control de Eimeria son: buen manejo de excretas, control de la temperatura dentro de la caseta, limpieza y control sobre el número de aves por caseta, además de la utilización de productos anticoccidiales (por ejemplo: ionóforos y/o fitóbioticos) y actualmente vacunas contra Eimeria (Blake y Tomley, 2014). En estudios controlados, la vacunación con coccidias atenuadas, las cuales causan ligeras lesiones intestinales han mostrado su eficacia en la prevención de EN; sin embargo, en algunas pruebas en campo ha llegado a provocar la aparición de la enfermedad, lo que ha limitado su uso (Tsiouris et al., 2013).
Los productos anticoccidiales como los ionóforos han sido utilizados en la dieta de las aves de forma continua, para minimizar los problemas de coccidias, sin embargo, se han identificado algunas especies de Eimeria spp. resistentes a los ionóforos (Moraes et al., 2019). Los ionóforos son antibióticos ampliamente usados en la producción animal para promover el crecimiento y controlar la aparición de coccidias; son administrados oralmente y su excreción es vía heces sin modificaciones aparentes (Žižek et al., 2014). En muchos casos, las excretas resultantes de la producción avícola son utilizadas como abono para las tierras cultivables, de esta forma los ionóforos entran al ecosistema terrestre, pudiendo llegar a contaminar cuerpos de agua; además de tener un efecto adverso sobre algunos microorganismos del suelo, los cuales son importantes para la retención de nitrógeno y oxidación del amonio (Doydora et al., 2017; Granados-Chinchilla et al., 2020; Žižek et al., 2014). Debido a la resistencia bacteriana contra los antimicrobianos que se ha generado por su uso prolongado, su utilización se ha prohibido o limitado en la producción avícola de algunos países, dando como resultado la búsqueda de nuevas soluciones.
Fitobióticos:
Los fitobióticos, son definidos como compuestos bioactivos derivados de plantas incorporados a las dietas de los animales para optimizar la productividad pecuaria a través del mejoramiento de la digestibilidad, absorción de los nutrientes y la eliminación de patógenos dañinos o no deseables en el intestino (Athanasiadou, Githiori, & Kyriazakis, 2007). Estas moléculas bioactivas son en su mayoría metabolitos secundarios de las propias plantas, tales como: terpenoides, alcaloides (alcoholes, aldehídos, cetonas, ésteres, lactonas, etc.), compuestos fenólicos y glicósidos, que se forman como resultado de rutas metabólicas secundarias de la planta, destinadas a cumplir determinadas funciones. Los efectos de los fitobióticos sobre los parámetros productivos buscados en los animales dependerán de diversos factores, entre los principales encontraremos la concentración del activo, la calidad de los fitobióticos durante el ciclo productivo, la forma en que estos se encuentren suministrados en la dieta y su biodisponiblidad para ser asimilados por el animal.
La búsqueda de fitobióticos como estrategia o alternativa al uso de APC ha encontrado dentro de los más eficaces a los procedentes del género Allium, principalmente del ajo (Allium Sativum) y de la cebolla (Allium Cepa), los cuales son tradicionalmente conocidos por sus propiedades antiinflamatorias, hepatoprotectoras, antimicrobianas, etc., asociadas a la presencia compuestos organosulfurados (fundamentalmente tiosulfinatos y tiosulfonatos). El extracto de ajo y sus metabolitos secundarios (compuestos derivados) como lo es el propil propano tiosulfonato (PTSO por sus siglas en inglés) han demostrado ser eficaces contra diferentes enteropatógenos de pollos de engorde en estudios in vivo (Shang et al., 2019). Por ejemplo, se ha reportado que el uso de estos compuestos en las dietas de pollo de engorda tiene un efecto en la reducción de E. coli, Clostridium perfringens y otros patógenos intestinales; además de que favorece la salud intestinal promoviendo mayores alturas, ancho y área de la superficie de las vellosidades intestinales, producción de mucosa y el grosor de la capa muscular (Peinado et al., 2012). Además, se ha reportado que los productos derivados del ajo son efectivos incluso contra aquellas cepas que se han vuelto resistentes a los antibióticos; en particular, se ha demostrado que los compuestos como el PTSO y la alicina ejercen efectos bacteriostáticos sobre algunos enterococos resistentes a la vancomicina (Harris et al., 2001). A pesar, de que su mecanismo de acción aún no ha sido del todo dilucidado, mucho de su efecto se asocia a su potencial de modificar a la microbiota intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias benéficas, tal y como lo reportaron Ruiz y colaboradores (2015), donde al evaluar la dinámica de poblacionales de intestinos de pollos de engorda que habían recibido PTSO en sus dietas, concluyeron que el PTSO pudo aumentar y modular significativamente la composición de las bifidobacterias asociadas a las mucosas en pollos de engorde en crecimiento.
En GRUPO NUTEC® hemos desarrollado una alternativa natural eficaz a los APC. Resultado de una extensa y estricta investigación in vivo e in vitro. PROINTE-GI® es una mezcla de fitobióticos que tiene al extracto de ajo como su principal componente; la cual ha demostrado tener un gran efecto antimicrobiano contra diferentes agentes patógenos intestinales como son Clostridium perfringens, E.coli y Salmonella spp. En nuestra próxima entrega, estaremos presentado un recopilado de resultados obtenidos en nuestra granja experimental, así como los estudios in vitro que han demostrado su actividad.
REFERENCIAS
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